Casa del Duende Robustiano

Cuenta la leyenda que hace mucho, mucho tiempo, antes de que la Sierra del Pozo fuera el paraíso que hoy conocemos, un pequeño y valiente duende llamado Robustiano decidió darle vida a este rincón del mundo. Con su diminuto martillo de oro y su infinito amor por la naturaleza, comenzó a moldear las montañas, a dar forma a los valles y a trazar los caminos que más tarde se convertirían en senderos mágicos.

Pero su obra más grandiosa fue la cascada de Guazalamanco. Robustiano, con sus propias manos y la ayuda de los ríos, talló la roca para que el agua pudiera caer en un canto de vida y frescura. Cada gota que saltaba por la cascada era un pedacito de su magia, un regalo para quienes la contemplaran. “Que nunca falte agua para quienes aman la naturaleza”, dijo, y desde entonces, la cascada fluye eterna, como si el espíritu del duende la alimentara.

Pero Robustiano no estaba solo en esta tarea. Llamó a sus amigos: las hadas y otros duendes de tierras lejanas. Juntos, sembraron árboles encantados y flores que parecían susurrar secretos. En un rincón especial, crearon el Bosque Encantado de Higueras, un refugio mágico donde cada hoja y cada rama cuenta una historia.

Hoy, los rastros de Robustiano están por toda la Sierra del Pozo: en el murmullo de un arroyo, en el brillo de las estrellas reflejado en un lago, y en la brisa que acaricia las copas de los árboles. Dicen que si cierras los ojos junto a la cascada y escuchas con atención, podrás oír su risa juguetona y susurrante, invitando a cuidar de este lugar que tanto amó. 🌿✨

Si eres capaz de encontrar las setas donde vivió, tendrás una vida mágica en tu vida, siempre te sera mas facil cuantos más niños vengan contigo, descúbrelo...